El desarrollo emocional de los niños queda mucho mejor cubierto cuando tienen padre y madre. La mayoría de los niños pueden afrontar mucho mejor sus emociones si disponen de diferentes adultos con lo que se relacionen e identifiquen,
El lazo afectivo y la buena relación que exista entre los padres es importante para el niño porque gracias a ello él se sentirá feliz de llevar una vida hogareña estable. Esto siempre y cuando se de en una relación dinámica, comprometida y responsable.
Los desencuentros surgidos entre los padres generarán rabietas del niño, desacuerdos a la hora de educarlos, problemas de relación, dificultades en el hogar, etc.
Si los padres mantienen una actitud educativa común (aún respetando sus diferencias) es más difícil que el niño aprenda hábitos inadecuados como la manipulación y el chantaje emocional; así como será más fácil el desarrollo de aspectos de la personalidad, la constancia, la tolerancia a la frustración, el esfuerzo, los valores, etc.
Un solo miembro de la pareja tiene mayores dificultades, pero no por ello han de ser insuperables. Un adulto consciente de la realidad, puede aportar aquello que normalmente habrían aportado los dos, pero resulta una tarea más compleja, difícil y agotadora. Mientras el niño disponga de más de una persona adulta al que tomar como referencia y con el que relacionarse, las cosas pueden salir muy bien y resultar muy gratificante y enriquecedor, emocional y relacionalmente para el niño o niña.
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