sábado, 14 de enero de 2012
CÓMO AYUDAR A SUPERAR LA TIMIDEZ
La timidez es la falta de seguridad en sí mismo. Los niños seguros son auto afirmativos, se atreven a explorar y se relacionan con facilidad con otras personas. En cambio, los niños tímidos no se atreven a defender sus derechos, sólo se sienten seguros en situaciones familiares y con personas conocidas. Tiene dificultad para hacer amigos, mirar a los ojos, les cuesta expresarse, tienen poca fluidez verbal y no disfrutan de las situaciones sociales.
Todos los niños tienen una timidez natural, pero a los pocos minutos la vencen, cuando se familiarizan con las situaciones extrañas y prima la curiosidad por explorar y conocer, por sobre sus miedos.
La timidez, es una ansiedad social que puede tener distintos grados. De alguna manera, un cierto grado de timidez es normal. Todas las personas se sienten ocasionalmente tímidas, sólo se considera un problema importante cuando restringe gravemente las actividades del niño, haciéndole sentirse inseguro y paralizado par lograr integrarse socialmente con otros.
El niño tímido con frecuencia juega sólo y rehuye el contacto social, privándose de la maravillosa fuerza queda la ternura y la amistad. Cierra las puertas a la posibilidad de despertar simpatía en otros.
Muchas veces los adultos aumentan la timidez natural de los preescolares al acercarse excesivamente a los niños, sin darles tiempo a que ellos se acostumbren a su cara. Ya desde los ocho meses, los niños tienden a asustarse frente a un extraño. Lo desconocido los asusta y esto dura prácticamente todo el período preescolar.
El peor error que puede cometerse como un niño tímido es etiquetarlo como tal, decirle con frecuencia y frente a otras personas: "qué tímido eres".
Poner etiquetas es atribuir un rasgo que, posteriormente, será muy difícil de librar.
Otro error frecuente, es pensar que presionando al niño se va a conseguir que supere su timidez. Hay que ayudarlo a enfrentar las situaciones sociales progresivamente, acompañándolo al comienzo, dejándolo poco rato solo en un lugar familiar, enseñándole cada vez a superar de una forma más autónoma las situaciones sociales, pero sin presionarlo. La presión excesiva, puede tener un efecto traumático para el niño, además puede deteriorar la relación entre padres e hijos, agravando el problema en vez de solucionarlo.
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