Los niños con Sindrome Down presentan un ritmo de desarrollo diferente en el ámbito psicomotor, cognitivo, del lenguaje y social que requiere una estimulación adecuada a lo largo de los primeros años de escolarización. Se trata de ofrecer una atención educativa especializada que favorezca el desarrollo psico-evolutivo y sus habilidades para aprender. Sus necesidades más relevantes son:
- La mejora de su capacidad perceptiva visual y auditiva, los procesos de discriminación y reconocimiento de los estímulos visuales y sonoros.
- El desarrollo de las habilidades y destrezas motoras implicadas en la coordinación dinámica general, el control postural, las conductas motrices de base, las habilidades motrices finas y el proceso de lateralización.
- La estimulación de las funciones cognitivas básicas, atención y memoria, así como de los procesos de representación, simbolización y abstracción que conduzcan a la superación y completación de los diferentes estadios evolutivos.
- La adquisición y consolidación del lenguaje oral expresivo y comprensivo, atendiendo tanto a la voz y a la articulación de los sonidos de la lengua como a la comprensión y construcción del discurso (la adquisición del vocabulario básico y el empleo de las estructuras morfosintácticas).
ESTRATEGIAS DIDÁCTICAS
- Necesitan que se le enseñen expresamente habilidades que otros niños aprenden espontáneamente, sin ser conscientes de ello.
- El proceso de consolidación de lo que han de aprender es más lento. Adquieren los conocimientos más despacio y de modo diferente. Necesitan más tiempo para culminar su aprendizaje y en consecuencia mas tiempo de escolaridad.
- Precisan de mayor número de ejemplos, de ejercicios, de actividades, más práctica, más ensayos y repeticiones para alcanzar las mismas capacidades.
- Requieren de una mayor descomposición en pasos intermedios de la habilidad objeto de aprendizaje, y una secuenciación de objetivos y contenidos más detallada.
- Es necesario que el trabajo autónomo, sin supervisión, se establezca como un objetivo prioritario desde edades tempranas.
- Los aprendizajes deben ser prácticos, útiles, funcionales, aplicables de manera inmediata o cercana a su vida cotidiana.
- Con frecuencia requieren de apoyo de personal especializado que complementen la labor llevada a cabo por los profesores de aula y los asesoren en aspectos de intervención específicos.
- Los procesos de atención y los mecanismos de memoria a corto y largo plazo han de ser entrenados de forma específica con programas de intervención dirigidos expresamente hacia la mejora de esas capacidades.
- El aprendizaje de los cálculos más elementales es costoso para ellos. Tienen dificultades con los ejercicios matemáticos y numéricos, con los problemas y con las operaciones. Necesitan un trabajo sistemático y adaptado en matemáticas, dirigido hacia objetivos prácticos.
- EL lenguaje es un campo en el que la mayor parte de los alumnos con síndrome de Down tiene dificultades, por lo que requiere un trabajo específico.
- Respecto a la lectura, una gran mayoría puede llegar a leer de forma comprensiva, siendo recomendable el inicio temprano de esta enseñanza.
- Es necesario aplicar programas específicos de autonomía personal, entrenamiento en habilidades sociales y educación emocional, dirigidos a promover su independencia.
INTERVENCIÓN DE LA FAMILIA
- Ver a los padres como padres, no como padres que tienen un hijo deficiente.
- Debemos ser respetuosos y sensibles a los diferentes estilos, diferencias culturales, necesidades y problemas planteados por las familias.
- Dar la oportunidad a las familias de participar en todos los aspectos del programa de intervención. Esto les dará un conocimiento mayor de las posibilidades de sus hijos y les aumentará la seguridad en sí mismos y en las expectativas que dentro de su realidad tienen para él.
- Tener en cuenta que la familia es un sistema en constante interacción por lo que debemos ser flexibles a los diversos y continuos cambios, así como a las necesidades que van surgiendo en la unidad familiar.
- Ayudar a los padres a que se sientan competentes en su papel de padres no desacreditarles ni disminuirlos en sus capacidades, ya que esto sólo les perjudicaría.
- La comunicación entre padres y profesionales debe ser constante y muy fluida.