jueves, 5 de julio de 2012
DISLEXIA
¿Qué es la Dislexia?
La
dislexia o trastorno específico de la lectura, es un trastorno que ocasiona
gran parte de los fracasos escolares a pesar de que son varios los factores que
pueden influir en su aparición y desarrollo, tiene un claro origen
neurobiológico y, por tanto, no obedece al capricho, desmotivación o mala
actitud del niño hacia la lectura.
Se
manifiesta en la dificultad para la lectura, escritura, problemas de
orientación espacial y temporal, en ocasiones puede afectar en el cálculo y
lógica matemática y de igual forma existen niños disléxicos que presentan
problemas a nivel motriz.
No está causada por un bajo
nivel de Inteligencia. Los niños disléxicos, en general, tienen buenas
capacidades intelectuales fuera de los procesos específicos de la lectura y
escritura.
Los niños
disléxicos, tienen su propio ritmo de aprendizaje y parten con clara
desventaja respecto a los niños que no tienen estos problemas. No ridiculizar
delante de otros ni hacerle sentir culpable. Se trata de un trastorno que el
niño debe saber que conocemos para poder ayudarle adecuadamente.
¿Cuáles son los síntomas en la Dislexia?
Lectura:
- Confunde letras,
cambia sílabas y sustituye una palabras por otras.
- Al leer presenta
repeticiones, omisiones/ adiciones de letras o palabras.
Escritura y Ortografía:
- Tiene problemas en la escritura y
en el copiado: hace inversiones, omisiones, adiciones o sustituciones de
letras y palabras.
- A menudo la escritura varía
pudiendo ser ilegible en algunos momentos.
- Su ortografía es fonética e
inconstante cometiendo a menudo errores ortográficos.
- La manera de tomar el lápiz es
diferente, hace demasiada presión sobre el cuaderno.
Matemáticas y comprensión del tiempo:
- Puede contar
haciendo uso de sus dedos.
- Se defiende con
la mecánica de las operaciones aritméticas pero no comprende los
problemas.
- Le cuesta
manejarse con el dinero.
- Tiene
dificultades para aprender a manejar el reloj, controlar su tiempo, y
entender las tareas secuenciales.
Cognición memoria y lenguaje:
- Para comprender
usa principalmente imágenes, iconos y sentimientos, mas que sonidos y
palabras. Tiene poco diálogo interno.
- Excelente
memoria a largo plazo para experiencias, lugares y caras.
- Mala memoria
para lo aprendido el día anterior.
- Tiene un oído
muy fino. Escucha cosas que a menudo a los demás pasarían desapercibidas. Se
distrae fácilmente con los sonidos.
- Habla con
frases entrecortadas, dejando oraciones incompletas, no pronuncia bien
palabras largas, se come artículos y tartamudea.
Personalidad:
- Extremadamente
desordenado u ordenado compulsivo.
- Es perfeccionista.
- Emocionalmente sensible.
- Tiene cambios
bruscos de humor.
- Mayor capacidad
y sensibilidad para percibir el entorno. Capacidad de
intuición rápida.
- Gran curiosidad y creatividad.
¿Qué se debe hacer?
Darle todo el soporte en
clase: Efectuar la evaluación académica oralmente siempre que sea posible.
Valorar ante todo su esfuerzo e interés más que sus resultados respecto al
nivel del resto de la clase. Proporcionarle un entorno físico adecuado, con
pocos elementos distractores (ventanas, sitios de paso, etc.). Dotarle de
ayudas para corrección de textos y/o calculadoras para problemas de cálculo si
le pueden ayudar. Necesitará más tiempo que sus compañeros para efectuar el
mismo trabajo.
Evitar agobiarlo con el
exceso de trabajo: El niño disléxico tiene mucha más dificultad para
centrar y mantener la atención. Procurar graduar el tiempo de trabajo y ser
flexible según las necesidades del niño. Reforzarlo adecuadamente y
desdramatizar las situaciones. No hacerle repetir trabajos por haberlo hecho
mal salvo situaciones excepcionales. Buscar ejercicios que le resulten lúdicos
y le puedan asegurar, al menos de inicio, algún éxito.
Es fundamental ser consciente de la
necesidad que tiene de que se desarrolle su autoestima. Hay que darles
oportunidades de que hagan aportaciones a la clase. Evite compararle con otros
alumnos en términos negativos. Es una buena medida el encontrar algo en que el
niño sea especialmente bueno y desarrollar su autoestima mediante el estímulo y
el éxito.
Probablemente necesitará
atención especializada por parte de profesionales especializados. Existen en el
mercado diferentes modelos para trabajar letras, sílabas y las diferentes
combinaciones de grafías para trabajar con los padres en casa.
Se trata
de un trastorno crónico y, por tanto, las dificultades estarán siempre
presentes aunque con diferentes consecuencias. En la etapa escolar es cuando se
producirán los mayores conflictos al no poder seguir el ritmo de sus
compañeros.
En la etapa adulta persistirá
una cierta dificultad en la fluidez y comprensión lectora pero sin mayores
consecuencias. En todo caso, dependerá de la correcta atención y tratamiento
recibido en la infancia.
miércoles, 4 de julio de 2012
APRENDER A PEDIR DISCULPAS
¿Qué lección sacan los niños de las disculpas de sus padres?
Disculparse puede enseñar a los hijos muchas lecciones importantes, al mismo tiempo que ayuda a mantener con ellos una relación sincera y realista.
Se puede aprender:
- Aprenden que no tienen por qué tener siempre razón y que, aunque estén equivocados, siguen siendo buenas personas.
- Aprenden que hay que admitir un error antes de poder corregirlo, y que corregir errores es importante.
- Descubren que pedir disculpas es difícil, y que hay que ser fuerte para hacerlo.
- Ven una muestra de sinceridad, que tal vez no vean en otra parte.
- Aprenden que una buena familia repara los malos sentimientos que se producen entre sus miembros.
- Aprenden la virtud de perdonar a los demás cuando pierden temporalmente el control.
- Aprenden que la disculpa es una forma de reconocer que otra persona es digna de respeto.
- Aprenden que no es necesario alimentar rencores porque uno se sienta culpable por algo que ha hecho. Todo el mundo empieza a odiar a la persona hacia la que alberga un sentimiento de culpa.
- Aprenden a pedir disculpas a sus padres cuando les han ofendido, y a resolver sus remordimientos y su complejo de culpa.
¿Cuándo se deben pedir disculpas?
No es lo mismo que disculparse porque se han herido los sentimientos o cuando no hemos cumplido alguna noción abstracta de ser "buena persona". Ir demasiado lejos en las disculpas es tan malo como no disculparse.
La mayoría de los niños se convierten en monstruos manipuladores cuando sacan la conclusión de que sus padres se sienten responsables por hacerles sentirse mal. Fingirán sentirse mal muy a menudo. Esto no es bueno. Los padres que sienten una culpa excesiva se enfrentan a este tipo de situaciones continuamente. Odian sentirse así, lo cual aumenta su culpa todavía más.
A veces los niños se sienten mal porque les han contado o han descubierto alguna verdad que no son capaces de asumir. Si el motivo para decir esa verdad era honesto, no es razón para sentirse culpable o pedir disculpas. Enfrentarse a la verdad no es fácil, y se va complicando a medida que uno se hace mayor.
No hay que disculparse por castigar al niño por algo que ya se le había recriminado. Las normas son las normas y es mejor invocarlas de forma impersonal. Cuando son violadas, el niño tiene que sufrir las consecuencias, sin disculpas.
LAS PREGUNTAS DIFÍCILES
Algunas preguntas de nuestros hijos nos ponen en aprietos. A veces porque no sabemos la respuesta y creemos que nos admirarán menos si se dan cuenta, pero otras veces por tratarse de preguntas que nos hacen sentir incómodos porque están relacionadas con temas que pueden perturbarnos, como el sexo, las adicciones, las ausencias y la muerte. Sin embargo, si escuchamos sus preguntas con atención, descubrimos que lo que realmente quieren saber no es de lo que tenemos hablar, sino algo más fácil de responder. En realidad, cualquier tema puede ser manejado si lo afrontamos con calma e intentamos responderlo de una manera simple.
Un primer paso es averiguar que quieren saber realmente. A menudo, cuando los niños preguntan, por ejemplo, de dónde vienen los bebés, los papás sufren porque piensan que ha llegado el temido momento de explicar el tema de la reproducción y la sexualidad. Para un niño pequeño, esto estaría por encima de sus capacidades de comprensión y lo confundiría. Tal vez lo que quiere saber es algo mucho más elemental. En ese caso lo recomendable sería explicarle, en términos claros y con tranquilidad, el tema puntual al que se está refiriendo.
Es esencial que le hagamos saber que su curiosidad es bienvenida. Si nos ofuscamos y nos ponemos tensos ante las preguntas del niño, puede llegar a la conclusión de que preguntar es malo, o que si quiere saber algo no debe recurrir a sus papás sino a otras personas. Es normal que haya ciertos temas que nos incomoden; podemos ser honestos con el niño y explicarle que nos sucede eso, pero que está bien que nos pregunte eso.
Lo más importante, más que las respuestas que les demos, es construir un sólido canal de comunicación con nuestros hijos. Si saben que estamos ahí para escucharlos podrán manejar mejor los cambios que atraviesen durante la adolescencia y la juventud, y así tomarán decisiones más sensatas.
lunes, 2 de julio de 2012
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